CÓMO
COMPARTIR LA SEXUALIDAD CON LA PAREJA
El primer
paso para compartir la sexualidad con nuestra pareja es informarnos sobre el
sexo. Igual que se quiere adquirir conocimientos y sapiencia sobre un tema que
apasiona, así debería hacerse con el sexo. Después llegará el segundo paso:
compartir nuestras dudas, inquietudes, gustos y deseos. En la medida en que la
pareja habla de sexo se rompen trabas y pudores que impiden un pleno desarrollo
sexual. Además, permite ganar confianza para poder desarrollar en pareja las
fantasías que tantas veces vi
vimos en silencio o en solitario. Esto permite disfrutar de modo más pleno nuestras relaciones sexuales. Además, leer, debatir, comentar y dialogar de sexo con la pareja facilita el poder hacerlo con los hijos.
Tanto para
uno mismo, como para que forme parte de la biblioteca de una familia, conviene
seleccionar los materiales que permitan acceder de modo fácil a la información,
la orientación y la educación sexual. En síntesis, algunas características de
estos materiales pueden ser:
- Que sean
atractivos, disponibles y accesibles.
- Que
faciliten la comunicación entre iguales.
- Que
faciliten la comunicación y el diálogo con los padres.
- Que
transmitan conocimientos bien fundamentados.
- Que no
recojan falsas creencias.
- Que tengan
contenidos que valoren la sexualidad, el erotismo y el placer.
- Que estén
adaptados a su edad.
- Que
faciliten la actividad de búsqueda y elaboración por parte del propio
individuo.
- Que les
hagan entender a los padres las manifestaciones sexuales de sus hijos.
- Que aporte
a los padres contenidos útiles para responder a las preguntas de los hijos.
- Que les
ayuden a vencer los temores y resistencias ante la educación sexual.
- Que les
permitan mejorar su propia sexualidad.
MODELOS DE
EDUCACIÓN SEXUAL
En nuestros
días los conceptos relacionados con el sexo se hallan por todas partes, se
habla de sexualidad (la mayoría de las veces de oídas), se usa el sexo como
reclamo de venta, ya sean coches, alcohol o ropa, y los medios de comunicación
subrayan de manera ostentosa aquello que puede tener un toque morboso o de
escándalo sexual. Pero, en paralelo, hay muy poca cultura sexual. Para lograrla
resulta muy útil reivindicar la educación sexual en los términos en que lo
expuso la Organización Mundial para la Salud (OMS):
"La
educación sexual debe abarcar mucho más que la información. Debe dar una idea
de las actitudes, de las presiones, conciencia de las alternativas y sus
consecuencias. Debe de aumentar el amor, el conocimiento propio, debe mejorar
la toma de decisiones y la técnica de la comunicación". OMS, 1983
Según las
palabras del filósofo Maurice Merleau Ponty formuladas en 1975 para referirse a
la sexualidad, "hablar de sexualidad humana es hablar de la esencia misma
del ser humano". Esta visión supone un punto de partida a la hora de
conocer, estudiar y profundizar en la sexualidad humana en general y de la
educación sexual en particular. Debemos tener presente que cuando nos referimos
a la educación sexual se ha de tener una visión completa de la complejidad del
ser sexuado, y partir de la consideración de que la sexualidad es una parte
integral de la personalidad de todo ser humano. Su desarrollo personal pleno
depende de la satisfacción de necesidades humanas básicas, como el deseo de
contacto, de intimidad, la expresión emocional, la búsqueda del placer, la
ternura y el amor. Asimismo, hemos de tener presente que la sexualidad se
construye a través de la interacción entre el individuo y las estructuras
sociales, y que el desarrollo pleno de la sexualidad es esencial para el
bienestar individual, interpersonal y social.
La educación
sexual sigue siendo la asignatura pendiente de nuestro sistema educativo. Como
materia no está integrada de modo formal en el sistema curricular y, sin
embargo, cada vez es más necesario difundir conocimientos que logren cambiar
ciertas actitudes sexistas que subyacen en dos auténticas lacras sociales: la
violencia sobre las mujeres y la violencia sexual. Para erradicarlas es muy
necesario procurar una buena educación sexual.
A lo largo
de la historia reciente se han puesto de manifiesto diferentes modelos de
educación sexual que conviven en nuestros días, entremezclándose y distorsionando
mensajes. Debido a sus habituales contradicciones y a la ausencia de
delimitación de sus fuentes, lo que debería ser una disciplina se ha convertido
en discursos con trasfondos ideológicos que hacen difícil concretar enseñanzas
y teorías.
Educación
tradicional
Este modelo
tuvo su mayor auge en Europa durante el siglo XIX y mantuvo una notable
influencia en nuestro país hasta no hace muchos años. Algunas de sus
características son:
- La
procreación es el principal objetivo de la sexualidad, esto deviene en que se
defiende la sexualidad como una característica que se desarrolla a partir de la
adolescencia y termina al final de la madurez (etapa fértil), por lo que se
niega la sexualidad infantil y la de los ancianos.
- Liga el
placer a la sexualidad del varón y el sentimiento a la sexualidad de la mujer.
Educación
higienista
El objetivo
de esta educación es evitar riesgos inherentes a la actividad sexual. Se
insiste en la abstinencia fuera del matrimonio o en el uso de métodos
preventivos eficaces (según la ideología). No aporta una revaloración ética de
la sexualidad y fomenta su visión negativa con el refuerzo de la idea de
peligro asociada a la práctica sexual.
Educación
procreadora
En este
modelo, la educación depende de una antropología y una moral de determinadas
creencias religiosas. La información se presenta de modo sesgado y moralizador.
Otorga a la procreación toda la importancia y niega la anticoncepción. Ofrece
un valor negativo a la masturbación, la homosexualidad y las relaciones
prematrimoniales. Niega el derecho al placer y considera la sexualidad como un
mero medio para un fin superior: la procreación.
Educación
para la revolución sexual y social
Consecuencia
de posturas ideológicas combativas, los contenidos que propone para desarrollar
una educación se mezclan con militancia política. En términos generales, sus
planteamientos no tienen base científica y sí ideológica por lo que su
transmisión puede encuadrarse en una postura vital pero no sirven de base de
una educación plural y rigurosa. Aporta a la cultura la defensa de igualdad de
derechos sexuales en el hombre y la mujer, e inspirada en los planteamientos de
Freud, reconoce la importancia crucial de la sexualidad en el desarrollo de la
persona, en todos sus niveles emocionales y psicológicos.
Educación
profesionalizada, democrática y abierta
Se basa en
posturas plurales de ideas, en el rigor científico y en actitudes democráticas,
abiertas y tolerantes. Se insiste en la búsqueda de una ética personal ligada a
la práctica sexual y a la asunción de actitudes responsables en relación a la
misma. Este modelo quiere serlo desde el respeto por la pluralidad y la
diferencia. Sus objetivos generales son:
-
Transmisión de una visión globalizada y positiva de la sexualidad humana.
-
Conocimiento del propio cuerpo y sus posibilidades como receptor y productor de
placer.
-
Posibilitar cambios de actitudes, conductas y valores sobre la sexualidad
humana.
- Promoción
de la calidad de vida, merced a un acceso a toda la información y orientación
necesaria sobre la temática sexual.
CÓMO
INFORMARNOS DE LA SEXUALIDAD
Antes de
recabar información sobre la sexualidad es necesario realizar una reflexión
sobre cuáles son nuestras actitudes sobre el sexo y la sexualidad. Como nuestro
entorno, nuestra educación y nuestra cultura han conformado el modo de ver y
vivir la sexualidad, hemos de preguntarnos si estamos de acuerdo con ello, y en
qué creemos realmente. En la manera de vivir la sexualidad no hay normas. Cada persona
es libre de sentirse satisfecha con aquello que siente y gusta. No existe una
buena sexualidad y una mala sexualidad en términos doctrinales. La única
condición para poder juzgarla es la libertad desde la que se ejerce. A partir
de ahí, si encontramos una significativa disonancia entre cómo vivimos nuestra
sexualidad y cómo nos gustaría vivirla, habremos de pensar que hay que promover
cambios profundos. En esta reflexión puede servir de ayuda hacerse las
siguientes preguntas:
1 -¿Cuáles
son mis actitudes, conductas y valores en relación a la sexualidad humana en
general?
2
-¿Cuestiono los roles sexuales tradicionales y el modo de relacionarse hombres
y mujeres entre sí? ¿Los modelos otorgados al hombre sexuado y a la mujer
sexuada los considero ecuánimes y justos?
3 -¿Tengo
conocimiento de mi propio cuerpo? ¿Conozco sus posibilidades como receptor y
productor de placer?
4 -¿Entiendo
la sexualidad como fuente de promoción de amor, respeto, crecimiento personal y
libertad en mí y en los demás?
5 -¿Tengo y
trasmito una visión inflexible de la sexualidad humana, y quiero cambiar esta
visión?
Conocidas
las respuestas y detectadas las contradicciones en las que incurre la gran
mayoría de las personas, surge el reto de buscar un modo más satisfactorio de vivir
nuestra sexualidad. Ese reto es el punto de inicio de una búsqueda. Nos podemos
ayudar:
- Con
lecturas científicas, serias y amenas sobre sexualidad humana.
Ante la
perspectiva de abordar un tema sexual con nuestros hijos e hijas se puede ser
franco y admitir la sensación de incomodidad y las ganas de superarla
Disponemos
en España de buen material desde hace años, pero es importante ojear los
volúmenes que pueden despertar el interés y comprobar que coinciden con
nuestros planteamientos.
- Intercambiar
opiniones con nuestra pareja, familiares y amigos sobre los descubrimientos que
hagamos en estas lecturas atreviéndonos a compartir nuestra realidad,
trascendiendo el chiste fácil, única alusión socialmente utilizada para hablar
de sexo. Sería deseable que fuéramos capaces de ir promoviendo un discurso
normalizado sobre la sexualidad.
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